miércoles, 30 de septiembre de 2009

La raposa y la hormiga

Yacía dormida un día la raposa,
Sin roedor, culebra o paloma
Que llevarse a la vacía boca.

En tanto, una pequeña hormiga,
Que corría con distraído gozo,
Fue a parar sin quererlo al mismo hocico de la fiera.

No me devores, pues tan poquita cosa
No aliviaría tu avidez, y tus vacías vísceras
No llegarían tan siquiera a notar mi menudez.

Mas cegada por el hambre,
De tal bocado la hubo engullido la raposa,
Que al instante notó un fuerte pinchazo en sus tripas.

Era el insecto, que con furor mordíale el vientre,
Al tiempo que con saña repetía:
Con las pequeñas cosas no te colmarás, sólo tu padecimiento agravarán.

Kiko, octubre de 2005