miércoles, 23 de noviembre de 2011

Patacas

¿Cambio? ¿qué cambio?
Rojo, azul, verde, amarillo... los colores no sirven más que para vestir ideologías muy parecidas que, con algunos matices, buscan los mismos objetivos. A los que creen que ahora todo va a ser de color de rosa y vamos a salir de la crisis, agárrense, porque el menú anticrisis va a ser (con permiso de mi abuela política, de la cual tomo estas palabras): por la mañana patacas, por la tarde patacolas y por la noche patacas solas.

lunes, 14 de noviembre de 2011

jueves, 3 de noviembre de 2011

Ideales

Qué bonitos son los ideales. Defensa del planeta, invitaciones para consumir menos, para renunciar a comodidades innecesarias y así ayudar a salir de la crisis... La verdad es que quedan bien plasmados en artículos o dichos en la televisión, pero conozco a poca gente capaz de llevarlos a cabo y predicar con el ejemplo. Aún cuando nos empeñamos en llevar una forma de vida que a priori cumple con una conciencia moral más comprometida con la sociedad humana, esta no es más que una máscara para llevar a cabo nuestras pretensiones y aspiraciones.
No deja de ser curioso el caso de la expansión de las comunidades hippies de los años 60, sobre todo en Estados Unidos. Sus valores de paz y renuncia a lo que la sociedad de consumo capitalista y la política de la época representaba les llevó a asociarse para intentar hacer un mundo mejor. Pero fracasaron. Las mini-sociedades derivaron en grupos liderados, a otra escala, pero gobernados por cabecillas, con sus propias reglas, sus propias religiones (popurrís de religiones indúes, budista), donde los todos sus ideales no eran más que bagatelas envueltas en el mundo de las drogas y muchos de sus miembros eran huidos que encontraron refugio de la justicia; incluso no fueron pocas las comunas que derivaron en suicidios colectivos.

En muchas ocasiones no nos damos cuenta de que es prácticamente imposible cambiar la naturaleza humana, porque somos animales. ¿Por qué lo olvidamos? En una comunidad de chimpancés, se aspira a tener comida, un harén y ser el macho dominante. En una comunidad humana, se aspira a tener un trabajo, un coche, una casa, buenos electrodomésticos, una buena biblioteca para leer, un reproductor para gozar de nuestras canciones favoritas...
Esto, lógicamente, es con matices y a varias escalas, pero en nuestra propia naturaleza está la codicia. ¿Cómo le decimos a un coleccionista de coches que tiene que dejar de comprarlos? ¿Cómo le decimos a un multimillonario que tiene que repartir su fortuna para acabar con el hambre en el mundo? ¿Cómo le vamos a decir a ese melómano que tendrá que dejar de comprar un disco ansiado? ¿Cómo le vamos a decir a los niños que no deben de tener tanto, si va en su propia naturaleza, como la urraca que coge aquello que brilla? Sin duda esto ha llevado a la crisis, pero no olvidemos que al final la situación se regularizará, el ciclo se cerrará y comenzará otro, como los ciclos de escasez de alimento o enfermedades que matan las poblaciones animales para luego dar paso a épocas más benignas.

Creo que es importante que cuando estamos en descontento con la forma de vida de este mundo y propugnemos ideales de austeridad y cambio de forma de vida, nos demos cuenta de que quizás incurramos en egoísmo al pretender que otros lleven nuestra forma de vida, y que es una tarea nada sencilla y en muchos casos en contra de nuestro papel como animal en este mundo.

No quiero hablar de aquel miembro de Greenpeace que va a trabajar todos los días en coche al trabajo o de aquel considerado "socialmente educado" que tiene a una criada inmigrante mal pagada, pero soy consciente de que todavía queda gente auténtica, que no tiene nada, que se va a la selva para ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. Este tipo de gente cree de verdad en lo que promulga, pero estoy seguro de que alguna vez pensará ¿es tan fácil cambiar el mundo? ¿ha de cambiarse por su bien o porque así vivo y deseo vivir yo?