El Oso, el cerdo y el mono
Cierta vez, estando reunidos los tres animales, trataba el oso de andar a dos patas.
-Lo haces fatal, deberías de desistir –replicó el mono.
El oso titubeó, pero continuó intentándolo.
El oso, al oír este comentario, no pudo sino abandonar y volver a andar sobre las cuatro patas.
Moraleja: las críticas del sabio son malas; mas las alabanzas del necio aún son peores.
La hora de la comida
Cierta vez, pensando un rey cuál sería la mejor hora para comer, hizo llamar a tres de sus consejeros para preguntarles sobre esto.
-Os equivocáis –exclamó el segundo- la mejor hora para comer es temprano, al poco de levantarse, cuando la brisa de la mañana hace mejor la digestión.
-De ninguna manera –habló el tercero- la mejor hora para comer es ya de tarde, la comida reposará unida a la placentera siesta.
No quedando el rey satisfecho con ninguna de las respuestas, quiso tener otra opinión, e hizo llamar a un anciano del pueblo, con fama de ser un gran sabio.
-Mi señor –habló este- la mejor hora para comer es para el rico cuando quiera, y para el pobre cuando tenga de qué.
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