domingo, 21 de diciembre de 2008

Amor sobre las barreras del tiempo

Nota: esta narración fue escrita cuando yo contaba con la edad de 14 años.

Ella iba a trabajar, pero como era su primer día de trabajo, tenía que llegar a tiempo. Decidió tomar un atajo, que era un callejón oscuro, sucio, húmedo y viejo. Entró en él y sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, desde la cabeza a los pies. Se paró, escuchó y pudo oír un constante goteo. De pronto, una rata se puso delante de ella. Con gran pánico dijo:

-¡Fuera de aquí, animal asqueroso!

La rata se alejó, pero ella sintió unos pasos que se acercaban. Una mano le tocó el hombro y ella miró hacia atrás.

-¿quién es usted?
-¿Yo? –respondió un hombre al que ella no podía ver en la oscuridad.
-Sí, usted, ¿qué quiere de mí?
-Estoy aquí para protegerla.
-¿Protegerme de qué? Déjeme en paz, tengo prisa.
-Para protegerla de su muerte.
-Usted está loco –contestó ella alejándose.
-Espera –dijo él cogiéndola por el brazo y obligándola a permanecer en el callejón.
-Oiga –volvió a decir ella- si lo que quiere es el dinero cójalo todo, pero no me haga daño.
-Yo no voy a hacerte daño, ya te dije que te voy a salvar de tu muerte
-¿Y no me va a dejar salir de aquí?
-No.
-Es mi primer día de trabajo y no quiero llegar tarde.
-Me da igual.
-Está bien, pero explíqueme eso de salvarme.
-Bien. Yo vengo del futuro para protegerte de una bomba que va a estallar en el edificio donde tú trabajas.
-¿Ah sí?
-Sí.
-¿Y cómo has venido del futuro? ¿En una máquina del tiempo?
-No. ¿Has oído hablar de la teoría de Einstein sobre el tiempo?
-Sí, estoy muy enterada del mundo de la ciencia y la tecnología, aunque me gusta más todo lo referido a las letras. Bueno, lo que iba a decir: Einstein decía que se podía viajar en el tiempo si se fuera a la velocidad de la luz, porque el tiempos e paralizaría, pero las nuevas teorías dicen que podríamos desplazarnos en el tiempo y ene l espacio mediante los agujeros negros del espacio, porque allí se supera la velocidad de la luz.
-Exacto. Estás muy bien enterada.
-¿Tú has venido al pasado, que es mi presente, mediante un agujero negro del espacio?
-Sí. En mi tiempo, en el futuro, acabamos de inventar una nave muy resistente y muy veloz, que ninguna nave de tu tiempo puede igualar. Con ella me han enviado a mí al pasado, que es tu presente, mediante el agujero negro más cercano del Espacio.
-¿Y para que te han mandado a ti al pasado para salvarme a mí de esa explosión?
-A eso iba. En el futuro todo es destrucción, caos, pobreza, hambre y muerte; entonces, si yo cambio algo del pasado, el futuro cambiará y seguro que será mejor.
-Pero si me salvas de mi muerte tú no existirás en el futuro, todo cambiará.
-Sí, pero hay que hacerlo con tal de que ese futuro nunca llegue a existir.
-Así que tu misión es retenerme para que yo no muera en la explosión y así el futuro cambie, porque sino será un desastre.
-Sí.
-¿Y cómo volverás?
-No volveré, desapareceré y el futuro desastroso conmigo.

Hubo unos instantes de silencio en la agradable, pero asombrosa conversación.

-Bueno –dijo ella reanudando así la conversación –si no puedo moverme de este horrible callejón, hablemos de algo.
-¿De qué? –dijo él.
-¿Porqué no del amor?
-¿Del amor?
-Sí.
-¿Por qué?
-Porque me interesa y me preocupa, ¿no quieres hablar del amor?
-Es curioso, mira las circunstancias en las que estamos, y tú quieres hablar del amor.
-Vale, señor hombre del futuro, tranquilo.
-No, no. Si quieres hablar del amor, hablemos del amor.
-¿Para ti qué es el amor? –comenzó ella.
-Para mí el amor son muchas cosas: un sentimiento de afecto que nos atrae hacia cosas buenas para disfrutarlas, felicidad o cuando un sexo atrae a otro.
-¿Así piensas tú del amor? ¿No te sugiere nada más?
-Sí, también se que sin amor la raza humana no se extinguiría. Los humanos también somos animales y los animales no sienten amor.
-¿Es que en el futuro tampoco hay amor?
-Exacto, tampoco hay amor.
-Ya.
-A mí me gustaría sentir el amor, compartirlo, pero como soy de un tiempo en el que eso es imposible, no puedo.
-Lo comprendo, yo también quiero amor, y aunque pertenezco a una época en que si existe, todavía no lo he conseguido.
-¿Porqué no compartimos nuestros sentimientos y así podremos sentir mutuo amor?
-No podemos, pertenecemos a tiempos diferentes y no estamos enamorados, no podemos sentir algo el uno por el otro, yo no te quiero, tengo mucha vida por delante para enamorarme.
-¿Y gracias a quién? ¿Quién te está salvando de la muerte? Ni siquiera llegarías a conocer el futuro y no conocerías el amor.
-¿No lo comprendes? Tú y yo no podemos sentir lo que es el amor juntos, porque tú vas a desaparecer dentro de muy poco tiempo.
-Por eso, porque tú vas a tener oportunidad de sentir el amor y yo voy a desaparecer, por eso, dame tu amor.
-Tú y yo no podríamos hacer buena pareja, escucha, desde el principio del hombre hasta hoy, siempre han existido buenas parejas como Cleopatra y Julio César, napoleón Bonaparte y Josefina…
-Tú y yo.
-No, tú y yo nunca será una pareja.
-Por favor, deja de hablar y ámame.
-El amor puede pasar todas las barreras, todos los obstáculos, el amor hace matar, el amor hace morir, pero el amor no puede sobrepasar una gran barrera, y esa gran barrera es el tiempo, el inexorable tiempo.
-Ámame.
-Yo no siento anda por ti, ni siquiera te conozco.
-¿Es que tienes novio, marido o algo parecido?
-No, peor espero tenerlo y desde luego no vas a ser tú.
-Tómame, quiéreme, por favor.
-¿Es que no lo comprendes?
-No.
-El amor no es así, hombre del futuro.
-¿Y por qué no puede ser así el amor?
-Yo no puedo amar al primer hombre que me diga que le ame.
-¿Por qué no? ¿Es que eso no puede ser amor? ¿Amor a primera vista?
-Eso no es amor a primera vista, tú me quieres, pero yo a ti no.
-¿Por qué existe el amor? ¿Por qué existe si no se puede compartir con la persona que tú quieres?
-Pero no es el amor, tú no lo entiendes.
-Yo no soy como romeo haciendo una declaración de amor a Julieta, ámame. El amor es como un río, nunca vuelve a pasar una gota de agua por el mismo sitio, y el amor nunca vuelve, sólo una vez vino…
-Yo no soy ninguna Julieta.
-¿Qué es el amor?
-Yo no lo se, hombre del futuro.
-¿Existe el amor?
-Sí.
-Y si existe, ¿por qué yo no tengo?
-No sabes lo que dices, tú lo estás buscando, pero no lo has encontrado todavía. Es como decir que no existe el dinero sólo porque algunas personas tienen la desgracia de no tenerlo.
-Es increíble lo que hace el amor.
-¿Porqué? ¿Tú lo sientes acaso?
-Sí, en estos momentos estoy sintiendo amor, un profundo y triste amor.
-¿Triste?
-Sí.
-¿Por qué?
-¿Te parece lo que yo siento hacia ti un grande amor?
-Sí, si me lo parece, pero yo no siento nada por ti y para ti.
-Por eso es un triste, decaído, apenado, desesperado e imposible amor.
-Si vives en un tiempo en el que ni el amor ni la felicidad existen, no puedes saber lo que son.
-¡Ay! ¡Cuánto me gustaría vivir en este tiempo para sentir tu amor! Ir contigo a pasear, ver contigo las estrellas, morir contigo.
-Aunque vivieras en este tiempo, no te sería tan fácil conseguir el amor, el verdadero amor.
-¡Qué suerte tienen todas las personas que viven en este tiempo, tienen amor y felicidad!
-Tú estás muy equivocado, hombre del futuro. Porque en mi tiempo también hay infelicidad y pobreza. Dejemos ya el tema del amor, yo no te puedo dar mi amor.
-¿Por qué? ¿No eras tú la que querías hablar de amor?
-Sí, pero dejémoslo.

Hubo una pequeña pausa en la ardiente conversación, en la que el hombre se puso a llorar. Mal visto para un hombre es el llorar, pero nuestro hombre lo hizo, o mejor dicho, se lo hizo hacer alguien: el amor.

-Vamos, no llores –dijo ella.
-¿Qué no llore? ¿No eras tú la que quería hablar de amor?
-Sí, pero dejémoslo.
-¡No! ¡Ámame!
-¡Déjame, yo no puedo amarte!

El hombre acercó sus labios a los de ellas hasta rozarlos, y la mujer retrocedió espantada con un gran calor que hacía que los labios le ardieran.

-¡Déjame! ¿No lo entiendes?
-Está bien, no insistiré más.

De nuevo hubo unos instantes de silencio.

-Es curioso –volvió a decir ella, siempre alegre, dispuesta a reanudar la conversación pasara lo que pasara –llevamos un rato hablando y ni siquiera he visto tu cara, no se cómo te llamas y no se tu edad, ni nada acerca de ti, eres muy misterioso.
-En cuanto a mi cara, no me la puedes ver porque este callejón es oscuro, mi nombre lo sabrás dentro de poco y mi edad son 40 años.
-¿En qué año vives?
-En el 2017.
-¡Ahora, en tu pasado, tienes 20 años, porque estamos en el año 1997!
-Sí.
-Me has mentido cuando me has dicho que te gustaría vivir en este tiempo, porque ya has vivido.
-Sí.
-Y sabías que en este tiempo, en 1997, también hay infelicidad y pobrezsa.
-Sí.
-Y sabías que en este tiempo también… bueno, la verdad es que yo también te he mentido.
-¿Si?
-Sí.
-¿Y en que me has mentido?
-Te dije que no tengo novio y si tengo, por favor, perdóname.
-Sí, no te preocupes.
-Gracias.
-¿Cuántos años tiene?
-Tiene 20
-¿Y tú?
-19
-Yo ahora, en tu tiempo, en 1997, tengo 20 años.
-O sea, que ahora, tú estás por ahí, en cualquier parte, pero con 20 años.
-Sí.
-¿Y si os encontráis tú y el tú de 20 años menos?
-No nos encontraremos.
-Ah.
-¿Cómo es tu amor con tu novio?
-Le amo más que a nada en el mundo, y nos vamos a casar pronto. Por eso no puedo amarte a ti, hombre del futuro, y digo hombre del futuro siempre porque no se tu nombre.
-Ya te dije que lo sabrás dentro de poco. Yo, ahora, en 1997, tengo novia, y la quiero mucho, pero va a morir.
-¿Y cómo sabes que va a morir?
-Recuerda que vengo del futuro, por lo tanto tengo que conocer el pasado.
-Como yo, yo también iba a morir hoy, pero tú me has salvado. ¿Qué hiciste después de morir ella?
-¿Qué hice después?
-Sí.
-Me retiré, apartado del mundo, ajeno a lo que pasaba y meditando.

A ella le daba tanta pena ese hombre, que empezaba a sentir algo por él, algo especial como el amor, pero siguió hablando:

-¿Tanto la querías?
-Sí.
-¿Y sobre qué meditabas?
-Sobre el amor, qué era, cómo era, cuándo era, por qué era.
-¿Te ofreciste voluntario para venir a 1997?
-Sí.
-Tu historia es triste, sin duda.
-Sí, pero deja ya de hacerme preguntas.
-De acuerdo.
-¿Ves esto?
-Sí, es una cadena y parece de oro.
-Exacto, es una cadena de oro, la compré poco antes de que muriera ella.
-Es muy bonita.
-Sí.
-¿Y cómo…?
-Bueno, perdona que te interrumpa, olvidémonos de la cadena y de todo esto, ya es la hora.
-¿La hora de qué?
-La hora de que yo desaparezca.
-¿Tan pronto?
-Sí.
-No te vayas, por favor, quiero seguir hablando, esta conversación ha sido muy breve.
-Lo siento.
-¡No! ¡Apenas hemos hablado!

Pero nadie respondió, él había desaparecido. Ese hombre misterioso que quería amor había desaparecido.
Ella siguió andando hasta el final del callejón, con paso lento y cara decaída. Otra rata se cruzó en su camino, pero esta vez no dijo nada, sólo se limitó a andar. Por fin salió del callejón y esa sensación de humedad, suciedad y oscuridad había desaparecido.
Siguió andando hacia su local de trabajo, aunque había estado algún tiempo hablando con ese hombre. De pronto, el destino, el incalculable destino, hizo que se encontrara con su novio. Ella lo llamó, y él vivo y le dijo:

-¿Pero no tenías que estar trabajando?
-Sí, aunque es muy tarde. Vamos, acompáñame, no te vas a creer lo que me ha pasado, te lo contaré más tarde.

Llegaron al local donde ella iba a trabajar, pero todo era destrucción. Muros, vigas, ventanas, hierros y muebles yacían en el suelo destrozados por una explosión.

-¡Lo sabía! ¡Lo sabía! –Dijo ella con gran alegría –ese hombre decía la verdad.
-¿De qué estás hablando? –preguntó el novio.
-Ya te dije que te lo contaría más tarde, es una alarga historia.
-Por llegar tarde te has salvado de esa gran explosión.
-Sí –dijo ella con gran alegría, una alegría muy grande, que el lector se puede imaginar si piensa en la alegría que se siente después de haberse salvado de la muerte.
-Ah –dijo el novio –se me había olvidado decirte algo.
-¿El qué?
-He comprado esta cadena de oro.
-Ella la miró con gran asombro, era la misma cadena que el hombre le había enseñado minutos antes en el callejón. El lector ya se habría imaginado quién era el hombre del futuro, su propio novio pero con 20 años más, venido del futuro para salvar a su novia.
-¡Ese hombre era mi propio novio! –Dijo ella -¡por eso dijo que su novia había muerto poco después de comprar la cadena! ¡Su novia era yo! Yo no he amado a mi propio novio. ¿Cómo es el amor? ¿Cuándo viene el amor? ¿Por qué viene el amor? ¿Qué es el amor? No sabemos nada del amor. Quizá exista el amor sobre las barreras del tiempo.