sábado, 7 de febrero de 2009

Fábulas

Contóme mi compañero de trabajo Agustín (el cual tiene la gran virtud de dar sabios consejos, entre otras cosas) dos fábulas, las cuales no quiero sino plasmarlas aquí:

El Oso, el cerdo y el mono

Cierta vez, estando reunidos los tres animales, trataba el oso de andar a dos patas.

-Lo haces fatal, deberías de desistir –replicó el mono.

El oso titubeó, pero continuó intentándolo.

-No hagas caso, lo haces de maravilla –repuso por su parte el cerdo.

El oso, al oír este comentario, no pudo sino abandonar y volver a andar sobre las cuatro patas.

Moraleja: las críticas del sabio son malas; mas las alabanzas del necio aún son peores.



La hora de la comida

Cierta vez, pensando un rey cuál sería la mejor hora para comer, hizo llamar a tres de sus consejeros para preguntarles sobre esto. 

-Mi rey, la mejor hora para comer es a las 12 del mediodía, cuando el sol está alto y da calor –repuso el primero.

-Os equivocáis –exclamó el segundo- la mejor hora para comer es temprano, al poco de levantarse, cuando la brisa de la mañana hace mejor la digestión.

-De ninguna manera –habló el tercero- la mejor hora para comer es ya de tarde, la comida reposará unida a la placentera siesta.

No quedando el rey satisfecho con ninguna de las respuestas, quiso tener otra opinión, e hizo llamar a un anciano del pueblo, con fama de ser un gran sabio.

-Mi señor –habló este- la mejor hora para comer es para el rico cuando quiera, y para el pobre cuando tenga de qué.

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