jueves, 23 de enero de 2014

Poco tiempo para la era digital

Sí, creo que me gusta más el bricolaje, tocar la madera y las herramientas que sobar el teclado.
Sí, me gusta más manosear un buen libro que quemarme las pestañas con la pantalla del ordenador.

Nunca me gustó publicar mis hazañas de cada minuto en las redes digitales, y cada vez me agradan menos las mismas. Pese a todo, siempre habrá un momento para el bribón, el cual sólo es un tablón (y nunca me importó que fuese de madera, papel o digital).
Esta vez os dejo un dibujo en píxeles, un esperpento hecho en cinco minutos que aúna caciquismo, era cibernética y contracción; aspectos tan en boga como la vida misma. Que lo disfrutéis y siento no tener más tiempo para el blog (pero sí más tiempo para la vida "real").


3 comentarios:

Álvaro Gundín dijo...

La verdad, no pensé escucharte esto a ti ¿Acaso no era yo el que reivindicaba "el libro de papel frente al libro digital", el escéptico ante las nuevas tecnologías, el último en sumarse a la última moda digital?

Yo también prefiero un buen libro -de papel- y salir y disfrutar de los paisajes rurales y urbanos.

Y cuando regreso a casa, o encuentro la sombra de un buen árbol, me habla mi musa y escribo, sí escribo. Hace 30 años mis letras hubiesen llenado folios y cuadernos que dormirían en algún cajón hasta que quizás -casualidad remota de la vida- viesen su luz pública. Hoy, cambio el cuaderno por una bitácora virtual y dejo ahí mis líneas. El arte, la pulsión del escritor es la misma, sólo cambia el medio. Con o sin internet, escribiré, sí, mientras hable mi musa para liberarme de lo que llevo dentro. Dónde queden plasmadas estas palabras, es secundario.

Kiko dijo...

Más que del medio en sí de plasmar los sentimientos, que siempre me dio igual e incluso abogué por el digital, lo que cansa es la maldita "digitalización" de todo. Prefiero sentir, prefiero vivir.

Álvaro Gundín dijo...

Sí, tienes razón. Nos hacemos dependientes del cybermundo. Todo avance tiene sus cosas buenas, yo no hago sino admirarme de la maravilla que es poder sentarme ante el ordenador un domingo y conversar cara a cara con la familia, pero depender de ello las 24 horas, como parece que depende todo el mundo, eso ya es peligroso. Todo en su cierta medida.

Si estás a 10.000 km de distancia, vale, pero chatear con el vecino de enfrente -como hacen algunos, doy fe- me parece una soberana estupidez. Dentro de poco les pondrán un cable en la espalda a lo matrix y ya no sabrán si viven o son un conjunto pre-programado de unos y ceros.