jueves, 3 de noviembre de 2011

Ideales

Qué bonitos son los ideales. Defensa del planeta, invitaciones para consumir menos, para renunciar a comodidades innecesarias y así ayudar a salir de la crisis... La verdad es que quedan bien plasmados en artículos o dichos en la televisión, pero conozco a poca gente capaz de llevarlos a cabo y predicar con el ejemplo. Aún cuando nos empeñamos en llevar una forma de vida que a priori cumple con una conciencia moral más comprometida con la sociedad humana, esta no es más que una máscara para llevar a cabo nuestras pretensiones y aspiraciones.
No deja de ser curioso el caso de la expansión de las comunidades hippies de los años 60, sobre todo en Estados Unidos. Sus valores de paz y renuncia a lo que la sociedad de consumo capitalista y la política de la época representaba les llevó a asociarse para intentar hacer un mundo mejor. Pero fracasaron. Las mini-sociedades derivaron en grupos liderados, a otra escala, pero gobernados por cabecillas, con sus propias reglas, sus propias religiones (popurrís de religiones indúes, budista), donde los todos sus ideales no eran más que bagatelas envueltas en el mundo de las drogas y muchos de sus miembros eran huidos que encontraron refugio de la justicia; incluso no fueron pocas las comunas que derivaron en suicidios colectivos.

En muchas ocasiones no nos damos cuenta de que es prácticamente imposible cambiar la naturaleza humana, porque somos animales. ¿Por qué lo olvidamos? En una comunidad de chimpancés, se aspira a tener comida, un harén y ser el macho dominante. En una comunidad humana, se aspira a tener un trabajo, un coche, una casa, buenos electrodomésticos, una buena biblioteca para leer, un reproductor para gozar de nuestras canciones favoritas...
Esto, lógicamente, es con matices y a varias escalas, pero en nuestra propia naturaleza está la codicia. ¿Cómo le decimos a un coleccionista de coches que tiene que dejar de comprarlos? ¿Cómo le decimos a un multimillonario que tiene que repartir su fortuna para acabar con el hambre en el mundo? ¿Cómo le vamos a decir a ese melómano que tendrá que dejar de comprar un disco ansiado? ¿Cómo le vamos a decir a los niños que no deben de tener tanto, si va en su propia naturaleza, como la urraca que coge aquello que brilla? Sin duda esto ha llevado a la crisis, pero no olvidemos que al final la situación se regularizará, el ciclo se cerrará y comenzará otro, como los ciclos de escasez de alimento o enfermedades que matan las poblaciones animales para luego dar paso a épocas más benignas.

Creo que es importante que cuando estamos en descontento con la forma de vida de este mundo y propugnemos ideales de austeridad y cambio de forma de vida, nos demos cuenta de que quizás incurramos en egoísmo al pretender que otros lleven nuestra forma de vida, y que es una tarea nada sencilla y en muchos casos en contra de nuestro papel como animal en este mundo.

No quiero hablar de aquel miembro de Greenpeace que va a trabajar todos los días en coche al trabajo o de aquel considerado "socialmente educado" que tiene a una criada inmigrante mal pagada, pero soy consciente de que todavía queda gente auténtica, que no tiene nada, que se va a la selva para ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. Este tipo de gente cree de verdad en lo que promulga, pero estoy seguro de que alguna vez pensará ¿es tan fácil cambiar el mundo? ¿ha de cambiarse por su bien o porque así vivo y deseo vivir yo?

5 comentarios:

Álvaro Gundín dijo...

No quiero una comuna hippie. Como tú bien dices eso no fue más que "sexo, drogas y rock 'n' roll.
No quiero un empelo en greenpeace.
No quiero irme a vivir al medio de la selva o a una isla desierta a lo Robinson Crusoe.
Pero tampoco quiero quedarme como estoy, porque no estoy agusto.

Y creo que universalizar el comportamiento del grupo humano que vive en un país desarrollado x, es tener muy pocas miras.
Hay muchos otros grupos humanos que viven un ritmo de vida completamente distinto, y a veces incluso autónomo: piensa en un convento, piensa en grupos de indígenas en la selva amazónica.

De todos modos no hablo de cambios tan radicales. Sino de opciones de cambio para vivir más sano (por dentro y por fuera) y para ser de verdad parte de un grupo humano (grupo no es lo mismo que familia + amigos)

Empecemos por dejar el coche y comencemos a usar el transporte público. Olvidémonos de contar nuestros minutos como oro y caminemos todos los días para ir a trabajar. Dejemos a un lado los hoteles 5 estrellas y vayamos a la casa de ese tío nuestro que hace tanto que no visitamos, allá en la costa o en la montaña. Utilicemos las bibliotecas públicas, contemos cuentos a nuestros hijos, o llevémoslos a pasear por el parque en lugar de alquilares la última película de animación.

Empecemos por ahí. No es tan difícil. Puede que no nos resulte muy cómodo al principio, pero todo es comenzar.

Y puede que los 60 nos dejaran un porrón de buenas canciones y unas cuantas glorias hippies con el hígado destrozado, pero hay otros ejemplos históricos.
Pete Seeger dice "Think globally, act localy". Piensa globalmente, y empieza a actuar en tu propia comunidad. A modo de ejemplo: Este hombre de más de 90 años, se propuso en 1969 limpiar uno de los ríos más contaminados de Estados Unidos, el río Hudosn. Empezó invitando a la gente a recoger basura en las orillas, y, poco a poco la gente dejó sus cómodos sillones y empezó a preocuparse por el río. Hoy se puede bañar uno en el Hudson.

Esos son los pequeños cambios que debemos ir haciendo en nuestro día a día.
Vendan el coche. Cojan el bus. Si les toca esperar en la parada, lean un buen libro. Y olvídense de si tardaron más o menos en ir al trabajo o si podrían haber hecho otras cosas en esos minutos de espera.
Disfruten del día. De la gente, de los árboles, sean parte del grupo humano y no un individuo más metido en su cajita de 4 ruedas.

Kiko dijo...

Ya se que no quieres una comuna hippie, pero me alegra saber que lo reafirmas, jaja.
Por supuesto que hay grupos que viven en otros ritmos de vida, pero la escasez de miras es precisamente no tener una conciencia global de lo que está pasando en el planeta. El mundo no se está viniendo a pique por lo que conspire un grupo de monjas ursulinas en un convento, sino por culpa de cambios globales, instados por la codicia humana, que extiende sus garras en afán de más riqueza y beneficio propio (no hay más que ver el saqueo a que está viéndose sometido África por parte de países desarrollados por el tema de los diamantes, petróleo...).
Pero me reitero, esto es algo innato en el hombre, y muy difícil de cortar incluso con educación o bondadosas canciones de protesta. No creas que los romanos o Cristóbal Colón eran mejores, bien lo sabes, y no digo que en la época no hubiese gente más concienciada y responsable, pero al final siempre triunfa la codicia en términos globales.
Las acciones locales como limpiar un río sí son posibles, pero no son más que gestos que no tienen influencia global.
"Empecemos por dejar el coche y caminar". Es enorme el trasfondo social que puede encerrarse tras este bonito tópico. Pongamos una ciudad europea media como Madrid. Cada día entran y salen de ella 1,5 millones de personas para trabajar o estudiar, llegadas incluso de otras provincias. Imaginemos que dejan el coche. Ahora exprapolémonos a otras provincias. ¿Qué pasaría? simplemente que se colapsaría el país y el modelo de producción actual, llevándonos a la ruina económica. Entonces, cómo hacerlo, ¿paulatinamente? puede ser, poco a poco, "desevolucionando" el modelo social reinante desde la Revolución Industrial... casi na.
En resumen... creo que el hombre no es bueno por naturaleza.

F L dijo...

Estoy de acuerdo contigo Kiko, creo que la codicia y la ambición es la que nos ha llevado a los humanos a tener lo que tenemos, a querer siempre más de lo que necesitamos, y eso es precisamente lo que nos va a llevar a nuestro fin, (creo que todavía queda un poquito mas jeje), pero en el futuro yo tampoco veo a nadie capaz de cambiar su manera de vida, sólo por el bien común. Cambiará por que no le queda mas remedio y no puede más, que es lo que hacemos ahora, y siempre ha sido así. De todas maneras ojalá nos equivoquemos. Saludos

Kiko dijo...

Efectivamente Agustín. La clave es que prima el bien propio antes que el común. No nos llevemos las manos a la cabeza. Sólo somos un animal más, la naturaleza y su equilibrio dará buena cuenta de nosotros.

Álvaro Gundín dijo...

Creo que ahí te equivocas. Los pequeños gestos son los que al final mueven montañas. Claro que si esperas ver a las montañas moverse, te parecerá que no sirven para nada esos gestos.
Mucho de lo que hoy día tenemos, de lo que aún conservamos de nuestro Estado de Bienestar, se debe a pequeños gestos de personas que vivieron hace décadas, que soñaron y que hicieron algo, aunque ellos nunca disfrutaron de los frutos de eso que hicieron.

Lo que sucede es que nos volvemos muy prácitcos, y como los políticos, queremos ver el resultado de nuestra acción al minuto o al segundo.
No existen gestos o movimientos que cambien el país o el mundo en cuestión de horas o días.
Siembra un árbol. Cuídalo. Cuando sea grande y fuerte y de buenos frutos, tu ya estarás bajo tierra, pero alguien recogerá el fruto.

Y, aunque os parezca una barbaridad, yo estoy deseoso de ver colapsar a un país simplemente por que la gente no pueda usar el carro.

¡Pero si lo que no me gusta es este sistema! ¡Que carajo si se va al traste mañana mismo!
Adelante, y sin miedo. Aunque haya que dejar el pellejo en el camino.

No somos más que un pequeño eslabón en la cadena humana. Pero somos tan egoistas que pensamos que sómos la misma cadena, no alcanzamos a ver más allá de nuestras necesidades personales y de nuestra propia vida.